Ayer
fue un día especial. Luego de unos días sintiéndome al límite del desgaste
psicológico, por decirlo de alguna manera, tuve un “momento de parar”, de vivir
el instante y nada más… Y fue justamente en una clase.
El
profesor, que conocimos en esa instancia, se ganó mi respeto desde el momento
en que se presentó.
La
forma tan abierta de expresar sus sentimientos, tan íntimos como el dolor y el
perdón hacia uno mismo fue avasallante. Incluso aun cuando su tono era calmo y
sus frases se cerraban con un silencio de unos segundos de duración, mientras
asentía con la cabeza como validando sus palabras, para retomar luego el breve
relato de su historia de vida.
Se
volvió inspirador, de repente nos dieron ganas de hablar, pero desde adentro,
desde lo que no contamos, desde lo que nos tiene agazapados y nos mantiene en
lucha. Estamos aquí por alguna razón, queremos estar bien y poder ayudar a
otros, porque es algo que nos hace estar bien. Y para eso necesitamos
conocernos, que bueno, es un viaje de toda una vida.
Siempre
estuve agradecida de tener “conciencia de elegir”, de elegir este camino, el de
buscar. Sólo que a veces me siento sola, y es justo cuando alguien más aparece
para reforzar ese camino, y ayudarme a respirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario