martes, 8 de mayo de 2012

Random....


No me cuesta en absoluto pensar. Es decir, pensar a pata suelta, todo el día. Cosas importantes, cosas que de alguna manera me inquietan. Las pienso una y otra vez, les busco la vuelta para que cada vez que las trabaje logre un enfoque diferente. Y es así que muchas veces me quedo sin tomar una postura sobre tal o cual tema. Es un poco desesperante.

Aunque me he acostumbrado a  vivir así. Y de alguna forma necesito algún tiempo libre para pensar, sobre ese libro que he estado leyendo, o esa canción que me llamó con su melodía pero sus palabras me tienen atrapada. Ni que hablar sobre las cosas que surgen de mi trabajo, las historias de hospitales SIEMPRE han sido materia prima de mis sinapsis.

Pero lo que más me inquieta son las conductas humanas. Somos tan diferentes en nuestro accionar, además de tener diferentes escalas de valores, que muy frecuentemente me veo analizando las actitudes de todos a mi alrededor. Si aquella o aquel estuvo bien, si no se le fue un poco la mano con los planteos, si es muy evidente su falta de compañerismo, o compromiso, o algo más. Y claro que siempre hay palo para mí. Soy la primera en la fila de los mazazos.

Cada vez que me encuentro en una situación de enfrentamiento, que por lo general no sé cómo abordar. No hace falta que sea una situación violenta, sino una discusión cualquiera, tiendo a ceder. No me gusta la tensión que se genera. Sin embargo dejo muy en claro mi postura. El problema es cuando al otro le gusta levantar la voz, o sacar trapos sucios, la termino. No puedo ponerme a ese nivel, porque no me siento cómoda. Y lo que parece ser es que cedo.

Ahora, a mi forma de ver, no cedo un carajo porque mi cabeza y mi proceder siguen demostrando lo mismo. Y en definitiva ese tipo de intercambios no van más allá del momento, puesto a que nadie se queda con algo del otro.

Entonces… y a donde quiero llegar es que he aprendido a no querer nada de ciertas personas. Personas con las que debemos interactuar todos los días por un fin mayor a los fines personales, por ejemplo: compañeros de trabajo. He aprendido a observarlas, antes de hacerme un concepto sobre ellas, y  finalmente he tomado la decisión de no quererlas en mi vida. Lo que me obliga a poner distancia, y de alguna forma no dejar que su mala energía me llegue.

A veces, y bien seguido, me pregunto: pero quién te crees que sos para juzgar quien es bueno o malo acá?? Y no es ese el punto. El asunto es que uno está tomando decisiones permanentemente, y de esa forma elige hacer las cosas correctamente o lo que mejor le sirve. Ahora cuando además de elegir lo que mejor le sirve, resuelve tirar basura para todos lados y solo por deporte, o catarsis, o por alguna razón que aún no entiendo, cuál es el placer que siente la gente cuando habla mal de quienes no están presentes…… ahí pasaste al cuartito de los no invitados para mí.

Para mí es simple: intentar hacer las cosas bien cada vez que tenés que tomar una decisión. Ya somos grandes, y por tanto,  responsables de lo que decimos y hacemos. No es necesario que todos seamos amigos. Pero no hay necesidad tampoco de ir derribando gente como si fueran soldaditos de plomo.

La pienso, bastante. 

3 comentarios:

Silvia dijo...

Mi punto de vista es como el tuyo. Cuando alguien no puede aportarte nada en tu vida más que cosas negativas mejor apartarlo. Nunca debemos ponernos al nivel de los que más chillan. Y cuando no es posible entrar en razón con esa persona y ni siquiera es capaz de escuchar o aceptar críticas más vale poner tierra de por medio.

Si hay una cosa que no aguanto tampoco son esas personas que critican a la espalda. Siempre pienso que si contigo critican a los demás seguro que con los demás te criticarán a ti. Yo soy de las que les gusta las cosa claritas y por delante.

Ah, y no por más chillar se tiene más razón.

Gaia dijo...

Ains, volviendo hoy a visitar tu blog me he dado cuenta que te escribí el anterior mensaje con otro de mis perfiles. Sorry jejeje. Esa Silvia soy yo :P

Maya dijo...

Jajajaja... ok!