Uno de los verdaderos desafíos que la vida plantea es ser honesto, especialmente con uno mismo. Y vaya si es difícil! No me canso de decir cuánto me ha ayudado ir escribiendo todo lo que voy viviendo, sintiendo, sufriendo… Como en este caso miro hacia atrás, apenas unos meses y puedo decir: “ como te mentís cuando te conviene turra!!”
Eso de recuperar esa amistad que “aguanta camiones”, solo lo pude decir en ese momento, te aseguro que hoy no podría. Y no es por rencor, por mala onda, por jodida, es porque tengo una espina clavada, y que cada vez que pienso en todo esto empieza a moverse y se siente aun más fuerte.
La primera vez (que ya la conté) rendí con un sobresaliente, seguí de largo como una campeona. Pero ahora… mierda! Muchas cosas cambiaron, y de nuevo los mismos errores! Por favor, que ahora sí somos gente grande! No hay necesidad de hacerse daño porque si.... y la amistad, ya fue hace mil, no es posible así ni de ninguna manera…
Es como una de esas veces en que te jugas al 100%, dejas de calcular los posibles daños, te dejas llevar por el momento (confiando en las cosas que se dan), crees en lo que estás sintiendo, y tu intuición te dice que esto va hacia algún lado importante. Nunca me arriesgue tanto como en este caso…
Y hay algo que es mas jodido todavía, y no es apenarse por como salió todo esto, no tengo muy claro que fue lo que pasó por mi cabeza – corazón ese día y los que siguieron, sí sé que a partir de ese momento comenzó una catarata de posibilidades para los dos en donde no cabía mucho la palabra amistad a secas. Sin dudas el futuro sería mejor…
Y ahí quedó… no entiendo muy bien que pasó… y por razones externas nuevamente no podemos hablarlo cara a cara, lo que me da la misma bronca que pensar en lo que podríamos haber llegado a lograr juntos…