Si ustedes, bebitos, supieran cómo festejamos cuando supimos que venían en camino. Uno primero.... la otra, tres meses más tarde. Las lágrimas cayeron con tanta emoción! Lo primero que pensé fue en lo maravilloso que sería este año, esperándolos mientras crecían en las pancitas de sus respectivas mamás, y terminándolo con el nacimiento de ambos.
Automáticamente los dos comenzaron a formar parte de los planes de cada uno de nosotros, y lo más importante a ser el centro de todo... Y es que no caben dudas que la llegada de un bebé renueva a la familia. Inspira ternura como ninguna otra cosa, nos da esperanza en poder hacer las cosas bien, de poder cuidar y proteger a ese bebé con la responsabilidad que implica el hecho de que su bienestar está completamente en nuestras manos. Y nos une, ese amor que sentimos hacia esa personita que aún no ha llegado, nos une hoy y para siempre.
Entonces empezaron los sustos, y volvimos a llorar pero esta vez de angustia. Los dos se pusieron de acuerdo para hacernos temblar, con una extraña complicidad, y pasamos momentos de tensión. Pero siempre teniendo fe de que todo saldría bien, de que el peligro pasaría y podríamos volver a esperarlos con tranquilidad, haciendo las cosas normales que uno hace cuando sabe que viene un bebé, haciéndole un lugarcito bien grande en su vida.
Si supieran bebitos, cómo nos hicieron sentir que lo más importante es la familia, y que los peores momentos siempre se transitan mejor si nos mantenemos unidos.
No veo el momento de que lleguen! De poder conocerlos y verlos crecer juntos, de que nos sorprendan día a día con lo que aprenden y lo que nos enseñan. De ver a mi hermano papá y a mi hermana mamá....
A mis sobrinitos, Santino y Guadalupe, les dedico esta canción que pronto, muy pronto les voy a estar cantando para ayudarlos a dormir...